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Memorias impregnadas de sostenibilidad

Por Alejandra Loyola, socia de TheHouse Advisory

Por: Por Alejandra Loyola, socia de TheHouse Advisory | Publicado: Viernes 12 de abril de 2024 a las 10:00 hrs.
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Por Alejandra Loyola, socia de TheHouse Advisory

Corren tiempos de memorias. A solo días de que se presenten los últimos informes de resultados anuales, las empresas se apresuran para cumplir con diligencia y transparencia esta tarea, que desde hace dos años tiene un nuevo ingrediente. A comienzos de 2022, la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) publicó la norma de carácter general 461 (NCG 461) que exige a las compañías fiscalizadas difundir junto a sus resultados financieros, sus acciones de sostenibilidad.

Dicha exigencia está inspirada en los estándares y exigencias internacionales, en particular los estándares de SASB, y se está implementando de forma paulatina según el tamaño de la empresa. En 2023, 70 sociedades anónimas abiertas debieron dar cumplimiento a la normativa. Este año corresponde reportar a las que superen UF 1 millón y en 2025 todas las sociedades anónimas fiscalizadas por la Comisión deben cumplir con la normativa.

Los estándares y exigencias de los distintos stakeholders -colaboradores, clientes, proveedores, comunidades, inversionistas y sociedad en general- han ido aumentando. Hace años se exige a las empresas mucho más que dar trabajo, pagar sueldos y generar dividendos, y de a poco han ido subiendo en una escalera de cuatro peldaños. El primero consiste en dar cumplimiento a las leyes y regulaciones. El segundo incluye aportar a las comunidades estándares mínimos para ser considerado un buen vecino. El tercero aspira a generar valor compartido con los stakeholders. Y el cuarto busca adelantarse a las tendencias y convertirse en un modelador social.

Cada empresa está abordando su ruta hacia la sostenibilidad con distintos niveles de madurez, adaptando estándares e incorporándolos en su modelo de gestión. Se ve una fuerte transición desde una mera responsabilidad social empresarial, a compañías que pretenden ubicarse en el cuarto peldaño. Hoy las compañías están transformando su operación para eliminar impactos negativos y agregar valor a su entorno, cumpliendo parámetros medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por su sigla en inglés) en línea con los estándares internacionales. 

La experiencia nos muestra que la transformación hacia la ruta de la sostenibilidad requiere de un importante esfuerzo organizacional. El impulso debe venir desde la alta dirección con una estrategia que maximice el potencial del negocio de forma sostenible. Se necesita un análisis externo de los riesgos en cada uno de los parámetros ESG, clasificarlos y analizarlos con la empresa, para luego definir un modelo de gestión y acciones en conjunto que permitan superarlos, e implementarlas con los colaboradores.

Está última parte, en ocasiones, es la más compleja. Es un desafío organizacional el impulsar a los equipos para que comprendan por qué es necesario involucrarse y definan por dónde y cómo empezar, para después integrar todo esto en los KPI de gestión. De esta manera, se logra impregnar en la operación y en cada uno de los procesos de soporte, pues es comprendido y accionado por los colaboradores, liderado por el equipo ejecutivo y en línea a la visión otorgada y supervisada por el directorio.

La sostenibilidad debe estar incorporada en la estrategia de negocio, ser coherente con el ADN de la empresa y su quehacer diario. Así, las empresas y sus equipos no darán el paso a la sostenibilidad porque existe una norma, sino porque realmente le ven un valor en sí misma, continuando la transformación desde el cumplimiento normativo hacia el modelador de la sociedad.

 

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